Uno de los inconvenientes con que cuenta el Figurante durante su trabajo, sobre todo con perros principiantes, es la manipulación inadecuada de la correa por parte del guía inexperto.
Durante el adiestramiento canino en defensa todo transcurre muy rápido, de modo que al guía que empieza le resulta dificil actuar a tiempo.
Hay que tener en cuenta que una acción del guía que en un preciso momento ayuda al perro y al Figurante, puede resultar un impedimento para ambos un segundo después. Y cuando el guía carece de experiencia es muy probable que actúe a destiempo, convirtiéndose así en un verdadero obstáculo en el trabajo.
Durante el entrenamiento de defensa el perro debe sentirse cómodo apoyado en la correa porque, así, al desear y no poder alcanzar al Figurante, aumenta su grado de excitación y de actividad. La intención del adiestrador es que toda esta energía contenida se proyecte en la mordida, que así es mucho más fuerte de lo que lo sería en condiciones normales.
Sin embargo, cuando el guía tira de la correa (o cuando la afloja) altera la estabilidad del perro, le produce disconfort e inseguridad y merma su acción en el lance de protección en curso.
Si se trabaja con el perro atado a un poste por medio de una correa de 2m. se facilita mucho el Trabajo del Figurante y el guía puede ir poco a poco aprendiendo a participar en la escena hasta que, más adelante, pueda manejar la correa e intervenir a fondo.
Una vez que el guía haya aprendido lo que tiene que hacer durante el trabajo, empezará a sujetar él la correa.
¿Qué posición debe adoptar el guía para sujetar al perro durante la protección?
El guía diestro, de perfil al Figurante, con la pierna izquierda adelantada, debe sujetar la correa con la mano derecha, apoyada ésta en su cadera derecha retrasada.
El perro debe mantenerse retenido en un pasillo imaginario formado por ambas rodillas y por la mano izquierda que, por encima de la correa, acaricia el lado derecho de su tórax.
La mano izquierda sólo actúa actúa sobre la correa en caso de que sea preciso evitar que el perro recule. Entonces, basta con que se apoye, por encima de la correa, en la rodilla izquierda, que es la más adelantada.
El pie derecho es el centro del círculo sobre el que se desplaza el perro. Sobre él pivota el movimiento del perro que sigue, al final de la correa, los desplazamientos laterales del Figurante.
Si el Figurante está lejos del perro, el guía puede avanzar un poco de vez en cuando. De este modo, el perro siente que puede vencer la sujeción que le impone la correa y tira aún más, comprimiendo más energía.
Cuando el Figurante se encuentra a dos o tres metros del perro, y sobre todo en el instante previo a la mordida, el guía ha de mantenerse inmóvil. Sólo así el Figurante podrá hacer lo que haya decidido: pasar en falso ante el perro (para que esta pequeña frustración aumente su compulsión por morder) o darle a morder en pinza para, inmediatamente después, permitirle morder a boca llena, o darle a morder a boca llena.
Del mismo modo, cuando el perro se encuentre mordido en el figurante, el guía mantendrá la tensión de la correa. Así el figurante puede exigir una mordida más dura y mantenerla en el tiempo (trabajo de lo que luego será la llamada fase de carga)
Mas adelante, cuando llegue el momento de trabajar el Enfrentamiento y Ladrido, el perro aprenderá por sí solo a destensar la correa antes de morder y, a partir de ahora, ya no será necesario retenerle con la correa fija.
COMENTARIO
Hace años, trabajando de Figurante, me desgastaba inútilmente pretendiendo que los guías fueran capaces de mantener la correa de sus perros en Protección desde el primer día. La edad, afortunadamente, nos enseña a ahorrar energías innecesarias y aprendemos a hacer las cosas mejor y con menos esfuerzo.
Ahora, cuando el guía está aprendiendo y su perro también, nos ayudamos todos sirviéndonos del poste. Así estamos mucho mejor. Y, en pocas sesiones, el guía se acostumbra a lo que tiene que pasar y, cuando se siente capaz, empieza a coger la correa. Ahora, todos nos divertimos más desde el principio.