La Iniciación al Rastro IGP (Antiguo IPO) se describe en este artículo de Arsenio Menchero. Dedicado a los competidores y a todo aquel que desee iniciar a su perro en esta apasionante disciplina.
El primer Reglamento de Pruebas de Trabajo fue diseñado hace más de 100 años. Y, su objetivo inicial, fue la selección de razas de perros de policía.
En primer lugar, era necesario disponer de unas referencias objetivas para poder escoger los mejores reproductores. Se medían la capacidad de rastrear (Sección A), de obediencia (Sección B) y de protección (Sección C) .
Este Reglamento valoraba el potencial operativo, pero también la adiestrabilidad. Tanto la calidad del perro como la del trabajo. Se diseñó tan bien que, prácticamente, sigue siendo casi igual hoy en día.
Las Pruebas de IGP (Internationale Gebrauchshund Pruefung) de hoy eran antes IPO, VPG or Schutzhund.
Por encima de su valor para la cría, constituyen un verdadero deporte con numerosos seguidores en todo el mundo. Su máxima expresión son los campeonatos internacionales.
Es verdad que es excesivamente rígido. Ello hace que alcanzar la perfección exigida sea muy difícil. Pero, de éste su pecado nace su mayor virtud: que la excelencia requiera un perro excelente y un método excelente.
GENERALIDADES
Formas de rastreo natural
- Venteo: es la forma de localizar a la presa viva o abatida por el disparo. El perro, olfateando con la cabeza alta, se ayuda del sentido de la vista.
- Con la cabeza a media altura: si se trata de un rastro caliente, a corta distancia de la presa.
- Con la cabeza baja: en el caso de los rastros de sangre, o de pistas frías de cierta antigüedad.
El Reglamento de Pruebas de Trabajo IGP exige que el perro emplee esta última técnica.
“El animal debe rastrear en la pista con la nariz pegada al suelo y ha de hacerlo con seguridad, precisión, intensidad, tranquilidad y concentración, seguido a 10 m por su guía. Este lo llevará suelto o asido por una correa”.
En conclusión: El rastreo deportivo es una búsqueda huella a huella, no un seguimiento del sendero de olor.
El olor
Mucho se ha discutido con respecto a qué tipo de olor sigue el perro durante su trabajo.
- Está demostrado que las partículas olorosas corporales del trazador se depositan a su paso en forma de cono de vértice superior. Este cono de olor está sujeto a factores ambientales. Por eso se difumina por efecto del tiempo, se esparce por la acción del viento, se mantiene en días brumosos. Es así como rastrea el sabueso cuando busca a un individuo.
- Pero también el suelo, roto por las pisadas, emite otro tipo de olor, el cual depende de las características del terreno (dureza, grado de humedad, temperatura, etc.). Es muy probable que el perro que olfatea huellas con la nariz baja se apoye principalmente en este tipo de olor, aunque ha de tener en cuenta el primero a la hora de discriminar pistas cruzadas u objetos falsos.
INICIO.
Es conveniente familiarizar con la técnica al cachorro y al perro jóven. Pero no hay que olvidar que, en la fase de inicio, el impulso de búsqueda ha de construirse sobre la base del instinto natural, con un trabajo en positivo que le enseñe a disfrutar rastreando. Solo así aumentará su rango de acción, lo que le permitirá soportar mejor la presión cuando, en el futuro, se enfrente a mayores dificultades.
El alimento (pienso, carne cruda o cocida, etc.) actuará de estímulo y de refuerzo a lo largo del trazado. De este modo crecerán la esperanza y la intensidad.
Es preferible comenzar en yerba o pasto, incluso en césped, siempre considerando que la técnica en tierra es algo distinta pues este terreno obliga a mantener la nariz más cerca de la superficie.
En la primera sesión se atará al hambriento cachorro (de una piqueta clavada en el suelo, por ejemplo) a la vista del guía, cerca del trazado. Así, mientras el animal ve colocar la comida, aumenta su impulso.
Primera sesión de rastro
- Trazador: El guía.
- Tiempo de antigüedad: 5 minutos.
- Trazado: Figura geométrica de 1 m2
- Comida: dados de carne o de fiambre de 1 cm
- Objetivo: Fijar la asociación “olor de pisada — comida”
La primera vez bastará con marcar un cuadrado de aproximadamente un perro y medio de lado y sembrar en las pisadas trozos de comida.
Al cabo de unos minutos del trazado se lleva al cachorro al banderín de salida, cogido en corto por la correa. Al llegar a pie de pista, se afloja ésta y se le permite bajar la nariz, al tiempo que con la mano se señala el suelo y se le ordena, con voz dulce y tranquila BUUUUSCA. Cada vez que ingiere un trozo de carne, se le premia con la voz BIEEN, con bajo volúmen, tranquilamente, al tiempo que se le acaricia suave y lentamente el dorso. Sólo cuando levante la cabeza se repite el comando BUUUUSCA para, en el mismo instante en que reanude la búsqueda, volver a capturar el comportamiento con la voz y con la caricia, como antes.
El guía permenecerá agachado, señalando o tocando el suelo si es preciso, hasta que esté seguro que su perro está afanado en comer, con la nariz bien baja. Entonces puede incorporarse muy despacio, con la intención de hacerse olvidar y permitir que el animal trabaje solo.
Durante unos cuantas sesiones de rastro más
Una vez que se ha repetido este tipo de pista en varias ocasiones, la ración se distribuye entre una salida menor (½m X ½ m), seguida de de 5 o 6 pisadas con comida, para terminar en un final similar a la salida. Se puede ir alargando la antigüedad de la pista.
Se procede con la misma sistemática: perro atado enfrente durante el trazado, colocación en pista con tranquilidad, orden BUUUUSCA, refuerzo de voz BIEENy de caricia tranquila, etc. y final de trabajo lleno de elogios. Al terminar, se le puede ofrecer la pelota, pero sin tirarla a lo lejos para no excitar al perro y provocar que a la siguiente clase empieze acelerado. Se ha de mantener una referencia de tranquilidad desde que se saca al perro hasta que se guarda.
SEGUIMIENTO DE LA PISTA.
A lo largo de los siguientes rastros se irá disminuyendo progresivamente el tamaño de la salida, así como la cantidad de trocitos de comida depositados en la misma, al tiempo que se aumentará el número de pisadas del recorrido. El alimento se depositará en las primeras sesiones en todas las pisadas para, mas adelante y dependiendo de los progresos, alternar pisadas con carne con otras sin ella.
Para crear una rutina de trabajo es conveniente trabajar a diario o en tandas de 3 o 4 días consecutivos, durante los cuales el perro sólo comerá en la pista.
Así, al cabo de 10 o 15 jornadas de trabajo, nuestro alumno habrá aprendido a rastrear una pista de 20 o 30 m. con refuerzos en sólo algunas de las huellas.
Entonces se puede colocar la peloita al final del trazado. Cuando el cachorro la encuentre se le felicita y se le permite cogerla con tranquilidad. No conviene crear excitación con la presa pues no hay que olvidar que el final de hoy es una referencia para el comienzo de mañana.
Ahora ha llegado el momento de alternar rectas con curvas y de comenzar la enseñanza de los cambios de dirección.
Trabajo de los ángulos
Los rastros siguientes tienen por objeto trabajar ángulos cada vez mas cerrados, hasta llegar a los de 90º, reglamentarios. Para enseñar al perro a no correr es incluso bueno dibujar ángulos entre 45º y 90º en alguna ocasión. Para ello, se puntean con comida las dos o tres últimas pisadas antes del ángulo, las dos o tres de después y otras después de algunas vacías. En otras ocasiones solo se deposita comida en el vértice del ángulo.
Más adelante sólo se puntea la entrada del ángulo y la salida, volviendo a colocar algún trozo al cabo de algunos metros.
Es conveniente introducir cuantas variantes se nos ocurran a la hora de trazar, pues hemos de enseñar al perro a trabajar la interrupción de pista y el cambio de diracción y cada situación nueva le enseña algo y mantiene despierta su curiosidad. Por último, cuando ya el perro sabe rastrear, solo se refuerzan con comida algunos ángulos, dejando que trabaje otros sin alimento y reforzando la recta de salida al cabo de 8 o 10 m., con la intención de mantener siempre vivos el interés y la intensidad en la búsqueda,.
Es importante mantener en todo momento equilibrio entre condicionamiento y capacidad de improvisación. Para lograrlo es conveniente variar el tipo de trazado, el tipo de terreno, la hora del día, la disposición del alimento, etc, siempre analizando el grado de motivación y cuidando muy mucho que ésta no disminuya jamás. Durante esta fase de instinto es necesario que el perro trabaje tranquilo pero con mucho deseo de hacerlo, pues sólo así irá resolviendo dificultades de todo tipo y se irá haciendo poco a poco cada vez más seguro y más fuerte a la hora de enfrentarse a situaciones diferentes.
En las pistas mas sencillas y con mayor cantidad de trozos de comida, el guía dejará correr la correa entre sus manos hasta colocarse en el extremo, a 10m. del perro, para que el animal acepte sin casi darse cuenta su lejanía, acostumbrándose a realizar su trabajo a solas.
Si no se tiene prisa y se trabaja regularmente el perro aprende la técnica de forma progresiva y queda establecida la firme base necesaria para convertirse en un auténtico especialista.