Es imprescindible el control de los ladridos de nuestros perros. El número de denuncias interpuestas por vecinos molestos por los ladridos aumenta cada día, especialmente en los meses de verano.
Pero, ¿por qué se producen los ladridos en los perros?. ¿Cuales son las causas que los desencadenan?. ¿Qué podemos hacer para prevenirlos? ¿Cómo llevar a cabo el control de los ladridos de nuestros perros?
De eso trata este artículo.
QUÉ ES EL LADRIDO
El ladrido es la vocalización típica emitida por los cánidos coyotes, zorros, lobos y perros con intención de comunicarse.
En el repertorio de vocalizaciones del perro, también se incluyen:
- Lloros y otros sonidos infantiles.
- Gruñidos.
- Rugidos.
- Gritos y alaridos cortos
- Aullidos.
- Gañidos.
- Gemidos.
Serán objeto de consideración en otro post.
POR QUÉ SE PRODUCE EL LADRIDO
El perro ladra para
- manifestar su estado emocional
- modificar su entorno.
De otras formas de comunicación, como la visual o la olfatoria, hablaremos en otro momento.
Es evidente que ladrar es una conducta de energía alta. En consecuencia, los perros activos son más propensos a ladrar que los que, por naturaleza, son más tranquilos. Y la raza influye.
Para que el perro ladre, es necesario que perciba un estímulo que produzca un aumento en su energía. Si el perro no canaliza de otra manera esta pulsión (en forma de movimiento, por ejemplo), puede que acabe ladrando.
ESTÍMULOS QUE PROVOCAN LADRIDOS
Los estímulos que hacen que el perro ladre pueden ser de carácter interno (generados dentro del cuerpo) o externo (provenientes del entorno).
ESTÍMULOS INTERNOS
- La soledad puede generar ansiedad, que no es otra cosa que energía no focalizada. Y el perro con ansiedad, frecuentemente, ladra. El ladrido ansioso es repetitivo, quejicoso y monótono.
- También puede que ladre el perro que siente estrés por no tener sus necesidades básicas cubiertas (de alimentación o de ejercicio, por ejemplo), o por desarrollar expectativas concretas (como saber que está llegando a un lugar concreto cuando viaja en coche), o por sentirse sujeto por la correa.
- Es indudable que los genes influyen en la facilidad para ladrar. A menudo, por causas que se nos escapan. Los perros de razas “de latido”, como el Beagle, por ejemplo, están especialmente predispuestos.
ESTÍMULOS EXTERNOS
- El perro puede emplear el ladrido como recurso de autodefensa. Y también para defender su territorio, su comunidad o sus pertenencias. El ladrido de defensa es grave, potente y continuo. El ladrido defensivo cesa cuando desaparece el estímulo desencadenante.
- Asimismo, el perro puede usar su ladrido para mover a la presa. Emplea un ladrido discontinuo y agudo. El ladrido de presa se extingue cuando la presa escapa.
- Otro tipo de vocalización es la que se lleva a cabo con intención de comunicación social. El aullido, por ejemplo, es propio de las razas nórdicas, aunque también los lobos, los zorros, los coyotes y los perros aúllan. En este sentido, el perro puede ladrar para llamar la atención de su guía. Emplea un ladrido entrecortado, que cesa cuando el perro logra su propósito.
- Pero también el ladrido puede ser fruto de la excitación descontrolada que el perro experimenta cuando, por ejemplo, su dueño regresa a casa. Es un ladrido intenso, agudo e histérico.
LOS LADRIDOS DE MI PERRO MOLESTAN A LOS VECINOS
Aunque cualquier tipo de ladrido puede resultar molesto, los ladridos ocasionales son razonablemente soportables. A no ser que se escuchen a deshoras.
Sin embargo, los ladridos mantenidos en el tiempo, son intolerables. El perro que vocaliza compulsivamente porque tiene ansiedad por separación es francamente inaguantable. El que se pasa el día ladrando a todo el que se acerca a la valla y el que ladra cada vez que suena el timbre hacen la vida imposible a los vecinos.
CÓMO REGULAR LOS LADRIDOS
El adiestramiento del perro evita estos problemas. Porque adiestrar un perro no tiene nada que ver con enseñarle trucos. Adiestrar no consiste en que el perro se siente a la orden o en que de la pata.
El buen adiestramiento, el único, es fruto de una filosofía encaminada a integrar al perro en nuestra sociedad. Un perro adiestrado resulta delicioso porque no molesta. Porque entiende que, en los entornos de casa y de calle, ha de mantener baja su energía. Porque sabe permanecer en calma. Y en calma, entre otras cosas, no se ladra.
El perro adiestrado es delicioso porque nunca nos molesta. Y el pack del adiestramiento incluye no ladrar a destiempo. Con adiestramiento se consigue controlar los ladridos.
Para llevar a cabo el control de los ladridos es muy útil enseñar al perro el ejercicio de ladrar a la orden. Y enseñarle también a callar bajo comando. Así, manejando el “on-off” de esta conducta, lograremos establecer espacios de silencio.
Pero daremos algunos consejos para que los ladridos de nuestro perro no sean objeto de quejas.
En general, hay tres formas de no se realice una conducta:
- Evitar la ocasión de que se produzca la conducta. “El que evita la ocasión, evita el peligro”
- Distraer al individuo y provocar otro comportamiento: “No se pueden hacer dos cosas contrarias al mismo tiempo”. El nuevo comportamiento, elegido por nosotros, cuenta con dos refuerzos: 1º No hay castigo positivo. 2º Hay refuerzo positivo.
- Hacer que el resultado de la conducta no sea el esperado:
- Por ineficacia: Extinción del comportamiento por ausencia de refuerzo (castigo negativo). NUNCA debe existir refuerzo de la conducta indeseada.
- Por inconveniencia: Desaparición de la conducta a consecuencia de un resultado final desagradable (castigo positivo).
Combinando estas estrategias conseguiremos nuestro objetivo. Siempre se logra. Aunque, quizás, haya que recurrir a la ayuda profesional.
Ejemplos
A efectos prácticos, pondremos algunos ejemplos:
- Para evitar que nuestro perro ladre a través de la valla a todo el que pasa, lo cual es una conducta normal, bastará con mantenerle apartado de ella. Alejado de los transeúntes. Resulta patético pasear por urbanizaciones con perros ladrando. La mayoría de ellos sólo hacen ruido y nada defienden. ¿Acaso es necesario que el perro avise de que pasa gente por la calle durante el día?. Eso ya sabemos que sucede.
- ¿Cómo evitar que nuestro perro no se excite cuando llegamos a casa?: NUNCA interactuaremos con él hasta que no esté absolutamente en calma. Y, entonces, lo haremos con exagerada tranquilidad.
- Para que nuestro perro no ladre cuando nos marchamos de casa, le enseñaremos a permanecer a solas en nuestra presencia. Le mantendremos en casa en un trasportín, pasando por delante suyo pero sin interactuar con él. Sin siquiera mirarle. Cuando esté tranquilo, en cambio, le permitiremos salir. Así aprenderá que la “conducta herramienta” para pedirnos que abramos la puerta del trasportín es su silencio. Si aprende a no reclamar nuestra atención, sabrá estar solo en nuestra ausencia.
- ¿Cómo evitar que nuestro perro ladre cuando viene gente? Bastará con mantenerle guardado en su trasportín, su lugar de energía baja, siempre que esperemos visitas.
En Resumen
Enseñaremos al perro el ejercicio de ladrar y a callar a la orden. De esta forma, habremos creado un recurso para que deje de ladrar cuando, ocasionalmente, responda a algún estímulo ambiental.
- En casa:
- Crearemos un espacio de energía baja, donde no se producen ladridos: El perro ha de saber estar tranquilo en su trasportín.
- Alejaremos al perro de estímulos que aumenten la energía: No le mantendremos cerca de la valla del jardín, etc.
- Le haremos callar a la orden cuando ladre por alguna razón, tal y como le enseñamos en su momento.
- En la calle:
- Le enseñaremos a permanecer siempre en energía baja y a mantenerse indiferente al entorno permaneciendo en una burbuja infranqueable tanto de dentro a fuera (el perro no debe interactuar con el ambiente), como de fuera a dentro (los estímulos ambientales no deben ejercer influencia en él).
En resumen: Para tener el control de los ladridos de nuestro perro, es necesario planificar el enseñarle a no ladrar. Y también a callar si ladra. Porque es francamente difícil enfrentarse a la situación cuando se convierte en problema. Y más aún bajo la presión del vecindario.
Artículo escrito por Arsenio Menchero